Pues sí, parecía que el momento no iba a llegar nunca pero al final todo llega y por fin llegó. Después de más de un mes de sacrificio, fuerza de voluntad y tesón por fin he acabado los exámenes del primer parcial.
La verdad que sólo el que es estudiante sabe el alivio que produce cuando llega este día, porque todo el mundo dice que la vida de estudiante es la mejor, ¿pero cuantos de ellos están estudiando o quieren ponerse a estudiar?. Y es que a pesar de la fama, nuestra jornada laboral no se reduce sólo a nuestras horas de clase, sino que además tenemos que añadirle alguna que otra hora más de estudio semanal y muchas horas más cuando se tiene que realizar un trabajo o práctica.
Pero todo este esfuerzo se sobrelleva de buena manera durante el curso el problema viene cuando llega la época de exámenes. En este periodo tu vida se vuelve muy monótona y aburrida. Tu rutina diaria se basa en:
Y además los fines de semana dejan de ser fin de semana, dejas de salir y si lo haces lo haces en plan "tranki" porque a la mañana siguiente tienes que seguir cumpliendo tu rutina diaria (levantarte, arreglarte, desayunar, estudiar, tomarte un descanso, estudiar, comer, estudiar, descanso, estudiar, cenar y dormir). Tu vida social se reduce a tus apuntes y el amigo que jodido como tú, también va todos los días a estudiar a la biblioteca con las mismas o menos ganas que tú.
Así que cuando llevas un mes con esta rutina, ya te da igual aprobar o suspender (cuando salen las notas ya no te da tanto igual) lo que quieres es que se acabe ese calvario en el que se ha convertido tu vida; y un buen día, llega el último de tus exámenes.
Llegados a este punto el examen lo haces con más ganas que ningún otro y una vez acabado te invade la felicidad, y entras en un estado de descanso y paz interior.
Y así estoy hoy yo, en ese estado de descanso y paz interior, el cual voy a aprovechar para irme un poco de marcha.